November 10, 2009
Source: IPS
DESARROLLO: Escandinavia e Irlanda lideran ayuda humanitaria
Por Jim Lobe*
WASHINGTON, 10 nov (IPS) – Noruega, Suecia, Irlanda y Dinamarca fueron los donantes occidentales que respondieron de modo más efectivo a las emergencias humanitarias mundiales en 2008.
Así lo señala la última de las tres evaluaciones anuales de la asistencia humanitaria difundidas este martes en Washington por la fundación DARA (Development Assistance Research Associates), con sede en Madrid.
El Índice de Respuesta Humanitaria 2009, elaborado por esa entidad, midió el desempeño de los 23 mayores donantes occidentales en 13 crisis humanitarias, desde Timor Oriental hasta la República Democrática del Congo, y también otorgó puntajes elevados a los programas de emergencia de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la Unión Europea.
Pero DARA sostuvo que todos los gobiernos donantes deben hacer más –y en los casos de peor desempeño, como Portugal, Grecia, Italia, Francia, Japón y Austria, mucho más– para cumplir plenamente con las normas establecidas en “Good Humanitarian Donorship” (GHD, manual del buen donante humanitario).
Estas normas fueron aprobadas por el Comité de Asistencia al Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en 2003.
En un informe que acompaña al Índice, DARA enfatizó que la actual crisis económica y su impacto sobre los presupuestos de asistencia de los donantes han vuelto la calidad de la ayuda más importante que nunca.
El mes pasado, la Organización de las Naciones Unidas informó que le faltaban 4.800 millones de dólares, una escasez sin precedentes, para cubrir urgencias humanitarias para 43 millones de personas.
“Ante la crisis económica mundial, el uso más efectivo de los dineros públicos y la mayor calidad e impacto en la asistencia humanitaria nunca han sido más importantes”, dijo Silvia Hidalgo, cofundadora y directora de la fundación DARA.
“En lugares como Pakistán, Sudán o Somalia podrían haberse salvado incontables vidas humanas y haberse evitado sufrimiento si los gobiernos donantes hubieran aplicado buenas prácticas para financiar y apoyar a las organizaciones humanitarias”, agregó.
En 2008, los 23 donantes aportaron unos 10.400 millones de dólares en asistencia para emergencias causadas por conflictos civiles y desastres naturales. Ese monto constituyó un modesto aumento en relación a los dineros de 2007, pero de todos modos supuso 3.000 millones de dólares menos de lo necesario para proteger y abastecer a más de 250 millones de personas afectadas por crisis humanitarias ese año, según DARA.
El Índice, que se basa en los resultados de unos 2.000 estudios de campo de organizaciones humanitarias, califica a los donantes en base a su cumplimiento de los cinco pilares principales del GHD. El puntaje correspondiente a cada uno de ellos fue determinado según varios criterios cualitativos y cuantitativos aplicados por los investigadores de DARA.
Además de la República Democrática del Congo y Timor Oriental, el Índice cubrió emergencias humanitarias en Afganistán, Chad, China, Etiopía, Georgia, Haití, Birmania, Palestina, Somalia y Sri Lanka.
El primero de los cinco pilares evalúa hasta qué punto el financiamiento de los donantes responde a necesidades reales, respeta los principios humanitarios fundamentales de imparcialidad, neutralidad e independencia, y está diseñado para salvar vidas e impedir y aliviar el sufrimiento, en lugar de dirigirse a la búsqueda de réditos políticos o de otros objetivos no humanitarios.
Noruega, Suecia, Irlanda, Luxemburgo, la Comisión Europea, Dinamarca y Holanda recibieron los mayores puntajes en esta área, mientras que los de peor desempeño fueron Italia, Grecia, Francia y Portugal. El mayor donante individual del mundo, Estados Unidos, se ubicó en el noveno puesto, mientras que Gran Bretaña y Alemania ocuparon los lugares 14 y 16 respectivamente.
El segundo pilar evalúa el grado en que los donantes brindan financiamiento u otras clases de apoyo para prevenir desastres y mitigar su impacto, así como para promover la recuperación y la transición al desarrollo.
Irlanda, Dinamarca y la Comisión Europea se ubicaron en la cima de la lista en estas áreas, mientras que los peor calificados fueron los mismos que en el primer pilar. Estados Unidos también tuvo un pobre desempeño, ubicándose en el lugar número 18 entre los 23 países. Gran Bretaña se situó en el 11, siendo el mejor entre el Grupo de los Siete (G-7) países más industrializados.
El tercer pilar analizó la cantidad de apoyo que los donantes brindan al trabajo de las agencias no gubernamentales en el terreno, no sólo en términos de cooperación directa, sino también en el uso de su influencia para garantizar el acceso de los gobiernos anfitriones o las autoridades locales a las víctimas de las emergencias.
Entre los de mayores puntajes en este aspecto figuraron Noruega, Suecia, Dinamarca y Holanda, mientras que Gran Bretaña volvió a ubicarse en el puesto más alto entre los donantes del G-7 –el séptimo–, seguido por Canadá (10), Alemania (17), Estados Unidos (18), Japón (19), Francia (20) e Italia (22).
Según DARA, apenas la mitad de todos los donantes trabajaron activamente para facilitar la seguridad y la protección de trabajadores socorristas, 260 de los cuales fueron asesinados, secuestrados o gravemente heridos durante 2008.
El cuarto pilar evaluó el grado en que los donantes integraron el derecho humanitario internacional y mecanismos relacionados en sus prácticas de financiamiento, y trabajaron activamente para proteger a las poblaciones en riesgo, especialmente en situaciones de conflictos civiles, como en Sudán, Sri Lanka y la República Democrática del Congo.
De nuevo, Suecia, Noruega y Dinamarca ocuparon los primeros puestos en este aspecto, seguidos por la Comisión Europea, Australia, Holanda e Irlanda. Entre los miembros del G-7, Gran Bretaña (nueve) y Canadá (11) fueron los de mejor desempeño. Luego se ubicaron Alemania (15), Francia (18), Japón (20), Italia (21) y Estados Unidos (22), que por ejemplo ha impuesto estrictas condiciones a su asistencia a la franja de Gaza.
El último pilar calibró el alcance de las iniciativas de los donantes para mejorar la calidad, efectividad y responsabilidad de las acciones humanitarias, particularmente en relación al GHD.
En este pilar, Dinamarca y Gran Bretaña fueron los países que encabezaron la lista, seguidos por la Comisión Europea, Suiza, Suecia y Australia. Luego se ubicó Canadá (nueve), el país mejor puntuado del G-7, al que siguieron Japón (12), Francia (13), Estados Unidos (15), Alemania (17) e Italia (21).
Los resultados combinados mostraron una brecha significativa entre el pleno cumplimiento de los principios del GHD y el desempeño real, incluso entre los de mejor puntaje. De ahí que sólo seis donantes lograran puntajes superiores a siete, mientras que casi la mitad de los países de la lista registraron menos de seis. Entre los segundos, cinco –Francia, Alemania, Japón, Italia y Estados Unidos– son miembros del G-7.
Aunque en el último año Estados Unidos pasó del puesto 15 al 14 del Índice por sus elevados puntajes en el financiamiento de las llamadas emergencias “olvidadas” y por la velocidad con la que respondió a las emergencias, su puntaje final se vio perjudicado por su mal desempeño en materia de neutralidad de su asistencia y por no hacer suficiente para defender el derecho humanitario y los derechos humanos en situaciones de crisis, según DARA.
“Estados Unidos tiene una oportunidad tremenda de incrementar sus fortalezas y recuperar un rol de liderazgo en la acción humanitaria”, dijo Hidalgo.
También enfatizó que la brecha entre las necesidades humanitarias y la asistencia de los donantes probablemente se amplíe en los próximos años. Solamente en Pakistán, esas necesidades se quintuplicaron este año, dijo, mientras que proveedores de asistencia como la Cruz Roja y la Medialuna Roja han reducido sus presupuestos debido a la recesión.
Algunos informes citados por DARA estiman que, para 2030, el cambio climático, la degradación ambiental y otros desastres predecibles harán que en el mundo necesite asistencia para más de 660 millones de personas, una cantidad que triplica la actual población en peligro humanitario, (FIN/2009)
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